Siempre tuve la
idea de que los Israelitas del Nuevo Pacto eran feligreses simples.
Hoy, casi
al propósito provoqué que una de estas hermanas ataviadas a la usanza hebrea,
me empiece “a adoctrinar”, en la periferia del Centro Comercial Plaza Norte.
Ellos usan la
Biblia Reyna Valera y sólo extraen pasajes donde se valora el “mandamiento
eterno de guardar el sábado”. Le dije que es un error enfatizar más el sábado que
a Jesús. Si lees Lucas 24, Jesús dijo que de él da testimonio la ley, los
profetas y los salmos.
En medio del
debate, que fue veloz, sobresaltado y donde el descuidado terminaba nockeado.
Le hice varias preguntas:
Hermana, si dices
que hay que guardar los mandamientos ¿Cuántos son los mandamientos?
Ella dijo, diez.
Le dije: inexacto, debes leer Éxodo y Levítico, verás que sobrepasan las
centenas. Inclusive, para comer la Pascua los extranjeros debían ser
circuncidados.
El más grande
mandamiento no es el sábado ¿Cuál es?
Le dije, “amarás
a Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo. En el Nuevo Pacto
que se habla en hebreos, el Eterno escribe sus mandamientos en el corazón.
¿Crees en la vida
eterna? Pues ¿cómo se accede a esta?
Le afirmé que es
por gracia por medio de la fe, “no por
obras para que nadie se gloríe.
¿Has leído Hechos
15?
Ella no
respondió. Debes saber que lo único que se exigió a los gentiles conversos, fue
no fornicar, ni ser idólatra y menos, comer ahogado de sangre.
Una última
pregunta ¿Por qué te vistes como israelita?
Ella respondió
que según el libro de Corintios…
Allí optamos por
cada uno ir por nuestro camino. Y pensé, que ¡en la vida se iba ordenar a
los corintos que se vistan como israelitas!
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