viernes, 1 de febrero de 2013

El colmo del sincretismo

No se puede esperar nada bueno del catolicismo, que mantiene por siglos, tradiciones idolátricas y sincréticas como la celebración de la Virgen de la Candelaria en Puno.
El sincretismo es la costumbre de fusionar dos pensamientos, doctrinas, o costumbres diferentes en uno solo. Y que de modo individual, ninguna tiene una relación sustancial con el otro.
En el caso de la festividad, combina credo con demonismo andino. Dentro de las actividades de La Candelaria, se lleva en procesión la imagen de la virgen, y también se la pone de espectadora ante los danzarines de la diablada, que llevan mascaras horrorosas.
Este acto, declarado Patrimomio Cultural de la nación, connota la lucha entre el bien y el mal.
Pero de qué lucha se puede hablar, si al diablo lo presenta una muchedumbre de bailarines alegres, embriagados y atraídos por el cuerpo descubierto de las bailarinas de saya.
La sagrada epístola de Efesios menciona la guerra entre el bien y el mal, pero el protagonista es el creyente vestido de la verdad, la Palabra, la fe y el evangelio. En esta lid no se admite a ninguna imagen, menos a persona pecadora. Además, la lucha es en el ámbito espiritual, no en las calles de una ciudad, alborotada por la lujuría, el alcohol, y bajo el consentimiento de la jerarquía católica.
La Candelaria no le ha ganado la guerra al diablo, nuestra sociedad va camino a su sodomización. Sin embargo, cuando abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Aleluyah!


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