αἰχμαλωσία aij·malosía es una palabra griega en el libro de Efesios que no me gusta. Significa "cautividad" o en sentido más actual: "esclavitud y opresión".
Y aquí viene la pregunta al pueblo del Señor ¿Estamos vivos o cautivos? Queremos estar vivos, resucitados, arriba, porque es la nueva ubicación de los creyentes: "Juntamente con él nos resucitó y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" Ef 2:6.
Al momento de ser salvos hemos sido libres del pecado y la condenación eterna. Sin embargo podríamos estar en el pavimento de cautividad. No me refiero a cautivo por el diablo. Enténdamos el asunto de esta manera: cierto nivel de cautividad es porque adolesces de expectativas, ganas de servir, echas a otro la responsabilidad. La cautividad te impide avanzar. Antes de seguir con este postulado, quiero dar un vistazo contextual al pasaje de Efesios 4:8-10
Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme
a la medida donde Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto
llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres.
Y eso de que subió ¿qué es, sino que también había
descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
El que descendió es el mismo que también subió
por encima de todos los cielos para llenarlo todo"
Hay concenso entre los biblistas que el pasaje atribuye a lo que Jesús estuvo haciendo mientras estuvo sepultado. Y al parecer, es que seguía fiel al principio que declaró: "Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo". Nuestro benigno Salvador no tuvo reposo ni estando muerto, tenía una misión que cumplir en las profundidades de la tierra o en niveles espirituales inexplorados. La idea era "recuperar" recursos (dones) para luego cederlos a los creyentes. No significa que éstas dádivas estaban en manos del maligno o en el Hades. Simplemente que al resucitar ("subió") eso le daba la autoridad para entregar de forma algo democrática los dones a todos los creyentes. Bien sabido, es que antes, las operaciones milagrosas y unción era administrado u aplicado sólo por los profetas, sacerdotes y reyes.
¿Qué tipo de Cristo seguimos? ¿Hasta cuándo esperar para hacer las obras de Dios? ¿Por qué no producimos un impacto en la sociedad? ¿Ya no encontramos deleite de asistir al culto de oración? No es que nos falte recursos, conocimiento bíblico, pastores de llamado y vocación, menos organización como iglesia. Ciertamente urgimos estar en el status de resucitados con Cristo. Permitir que Cristo se lleve cautiva la aij·malosía de la falta de expectativa. Yo voy a la iglesia con gran expectativa, no asisto cautivo a los malos recuerdos, ni cautivo a la religiosidad. Tengo que servir y orar centrado más en lo que el Señor va hacer, no cautivo en la desidía de alguno.
Hoy espero que al terminar el culto, yo salude con amor a mi pastor y a los hermanos. No quiero seguir con los conflictos del ayer. Sólo de esta manera, mi vida estará ya preparada para recibir los dones, esos regalos sobrenaturales para bendición de la iglesia y demostración ante el mundo incrédulo. Así sea. Que el Soberano te lo confiera.
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