Legalismo: Es el afán del pastor y algunos líderes por
imponer los dogmas, tradiciones y reglamento. A la larga el legalismo priva de
la libertad, finanzas y tiempo del creyente. Esta tendencia nociva está más
atenta en las apariencias que en el aspecto humano y existencial del creyente.
El legalista se caracteriza por exhortar varias veces en todas sus prédicas,
parece que nunca está contento con nada. Ejemplo:
Hermanos,
aquí se obedece… y el que no, que se vaya.
A los tibios… él los vomitará de
su boca!
Veamos
los rasgos del legalismo en personajes del libro de Job:
Satanás dijo: —¿Acaso teme Job a
Dios de balde? ¿No le has rodeado de tu protección, a él y a su casa
y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has bendecido, y por eso sus
bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y
toca todo lo que posee, y verás si no blasfema contra ti en tu propia
presencia.
Elifaz:
“Tú enseñabas a muchos y fortalecías las manos debilitadas; con tus palabras
sostenías al que tropezaba y afirmabas las rodillas que decaían. Mas ahora que
el mal ha venido sobre ti, te desalientas; al alcanzarte, te conturbas”
“Ahora, pues, da
voces, a ver quién te responde. ¿A cuál de los santos te volverás”
“Tú también
destruyes el temor a Dios, y menoscabas la oración delante de él. Por cuanto tu
boca ha revelado tu iniquidad, habiendo escogido el hablar con astucia”
“¿Qué sabes tú que
nosotros no sepamos? ¿Qué entiendes tú que nosotros no entendamos?”
“Por cierto, tu
maldad es grande y tus iniquidades no tienen fin”
Zofar: “Tú dices:
“Mi doctrina es recta, y yo soy puro delante de tus ojos”
El legalismo ha sido parte de la identidad pentecostal, y que ayudó para que la conregación mantenga la santidad. Pero no anticipó que iría de mano con el autoritarismo pastoral, y el orgullo "espiritual" sobre otras congregaciones, a las que menospreciaba como "mundanas y carnales"
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