Para evangelizar, hay que saber escuchar, ser práctico y convincente.
La tradición eclesial suele complicar las cosas y espiritualizar. Digo esto porque al momento que una iglesia reflexiona sobre la urgencia para evangelizar es desafiante y fervorosa; sin
embargo se torna infructuosa en la etapa de planificar debido al uso de modelos desfasados. Además se invierte mucho tiempo en jornadas de ayuno y oración; pero la cosecha no va acorde a la etapa de rodillas. Lo cierto es que algo no se está haciendo bien. El otro asunto, es que la tradición determina hacer campañas masivas de evangelización, pero sus costos son altos, todo se va en alquiler de local, equipos de sonido y ofrenda al evangelista internacional.
La evangelización personal tampoco la pasa bien. Es estéril, debido a que
el evangelizador no tiene postulados que lleven a la persona a un encuentro con
Cristo. Hace veinte años atrás tú declarabas: “Cristo te puede cambiar” “Arrepiéntete
y serás salvo del infierno”… y la gente se convertía. Hoy la gente refuta de
manera sencilla: “Hermano, yo no deseo cambiar” “¿Arrepentirme? ¡Si no tengo
problemas con mi conciencia” “¿Has visto
el infierno? No puedes hablar algo que carece de comprobación científica. El
infierno es vivir en casa de mi suegra”
Otro asunto, ni el mismo MMM es exitoso en sus campañas evangelísticas. El
99% de las personas que corren al altar, son los mismos hermanos, con Biblia en
mano y enternados.
Pero volviendo al penúltimo párrafo, evangelizar es una labor más apologética,
confrontacional. No queriendo decir que hay que conocer toda la Biblia para
testificar, sino que nuestras propuestas y respuestas tienen que ser
convincentes, y si es posible, irrefutables.
Algo debemos aprender de los neopentecostales (al menos, algo bueno
tienen). Los miembros de estas iglesias son infundidos de un optimismo singular
y contagian de lo mismo a los invitados. Estas iglesias son prácticas: hacen
una conferencia por grupos específicos, y comparten algo de comer. Lo realizan
en las casas o en un salón de la iglesia. Luego, tienen un sistema eficiente de
seguimiento.
¿Por qué es urgente evangelizar? La primera razón es que cada día el
incrédulo se va endureciendo y multiplicando sus nexos con el pecado. El
evangelio tiene que liberarlo. La siguiente razón de urgencia, es que la muerte
puede ser repentina. Y la última razón es que no hay fecha determinada para el
rapto de la iglesia.
Escribí estas cosas, para seguir indagando sobre la reflexión del evangelista
Willmer Yauri: “Reconozcamos de rodillas: no evangelizamos, porque nos volvimos
insensibles”. Yo le pregunté, ¿y a qué se debe la extinción de la sensibilidad
en el creyente? Él me respondió: “Por causa del pecado, el afán por las cosas
materiales, y el orgullo de pensar que lo sabemos todo”.
Uno de los testimonios que Willmer relató para reforzar su postulado de la
compasión a los perdidos, fue que él solía llevar a su casa a vagabundos
mugrientos y homosexuales.
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