jueves, 4 de octubre de 2012
Hielo o fuego
Sobre el iceberg que se desplaza por Joshua Holko en la Antardida hay algunos pinguinos. Alejados de su especie, yendo a la deriva.
Esta fotografía de la National Geography me trae a la memoria sobre las cuántas oportunidades espirituales se pierden cuando estamos aleados de la Promesa de lo Alto. Y en términos bíblicos, hemos dejado el Espíritu, para acabar en la carne; como lo declara el apóstol Pablo en Gálatas.
Yendo al Antiguo testamento, a las fabulosas narraciones de primera de Samuel, vemos como el desquiciado rey Saúl intenta eliminar a su arpista inspirado, y que fue el gestor de la derrota del colosal Goliat. La historia refiere que en una de esas fugas, el intrépido David tuvo que refugiarse con Samuel en la ciudad de Niob. El rey envió una cuadrilla de soldados. Ellos al llegar al campamento que era transitado por profetas que estaban profetizando, fueron envueltos en aquella unción.
Saúl al saber que la misión se frustró, envió otras dos delegaciones. El efecto fue el mismo. Finalmente, él mismo fue en búsqueda de David. Pero fue tomado por el Poder sobrenatural, y también terminó profetizando.
¿Qué tanto de esa vivencia recibimos? ¿Nos faltará algo de humildad, si dejamos nuestro ímpetu de soldados? ¿Realmente estaremos al lado de un profeta Samuel?
Yo no veo nada atractivo estar flotando sobre un iceberg. Éste, al paso de los días se disolverá.
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