jueves, 1 de enero de 2015

El Verbo... 2015



Nada mejor que al principio de año, ir al Evangelio de Juan, y acercarnos a la declaración: “En el principio era el Verbo”.  Como pentecostal vamos a salir del estigma que somos una comunidad no bíblica y movida solo por sentimientos y experiencias, aunque eso es relativo. Así que, vamos al capítulo 1 de Juan.
Ante todo, la Biblia no requiere ser interpretada, solo entendida por párrafos. Yo desde adolescente la entendía, no la interpretaba. En el capítulo en mención se realza la eminencia del Verbo y su divinidad, así como su función creadora de todas las cosas. Del verso 1 hasta el 18 hay cuatro conceptos ejes aplicados al verbo: vida, luz, gracia y verdad, y sobre los mismos se edifica todo el discurso.
Se percibe dos tiempos, el primero, su inicio es no ubicable porque Dios es preexistente, y llega hasta el momento de la encarnación del Verbo. El segundo tiempo es a partir desde que “fue hecho carne” y perdura hasta nuestros días. Los conceptos de “vida y luz” pertenecen al primer tiempo; mientras que “gracia y verdad” al segundo”, y estos son expresiones que emanan del mismo Verbo por su facultad creadora y salvadora respectivamente.
El durante su ministerio, expresa que él es la encarnación de los conceptos en el ámbito divino y ascequible para los hombres. Por eso dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, “Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el pan de vida”, “Yo soy la resurrección y la vida”. Las frases son exclusivas del evangelio de Juan, y por eso se califica al libro como “el evangelio de Jesús” debido a su protagonismo justificado.  
El autor del evangelio en todo el documento tiene la intención de revelar conceptos por medio de extensos discursos de Jesús, donde hasta pareciera que el lenguaje es redundante y discursivo entre el tema de la divinidad del Hijo y su relación con el Padre. Los milagros son pocos, como nueve, dando énfasis en lo que Cristo dijo. Por tanto, el libro no es recomendable para un nuevo en la fe. La opción para el caso es Lucas por la historia de Jesús, libre de las referencias del Antiguo Testamento como inserta Mateo. Luego, debe leer Génesis por la narraciones de la formación de las familias, y siguiendo por Los Hechos que expresa el origen y desarrollo de la iglesia evangelizadora.