sábado, 14 de julio de 2012
¿Santidad en peligro de extinción?
Desde púlpito no se debe obviar el mensaje de la santidad, tampoco debe explicarse con el látigo del legalismo. La opinión común de santidad es apartarse del mundo, y es cierto. Yo complemento con el estado privilegiado de ser seleccionado por Dios para participar con gozo de su pureza.
¿Para ser santo, tenemos que ingresar y no salir de una sub comunidad restringida para creyentes? Veamos un breve vistazo al respecto.
La santidad implica confrontación, de modo que los creyentes salgan de sus "iglus" eclesiásticos, y se vinculen por razones de trabajo, estudio, con muchas personas inconversas. El iglu es la vivienda en el polo norte y simboliza a la sub comunidad de creyentes encerrados en su propio calor. Si nos vinculamos con la gente que está a fuera, pues permite el ejercicio de sal y luz, e inclusive, bendecir a los que nos vituperan y persiguen, (Mateo 5).
La confrontación no es "cristianizar a la fuerza" a un grupo social, donde sus objetivos no son espirituales. Lo veo como comprobar si las toneladas de teología que recibimos por años, son justificables para acercar al pecador, o sólo estuvimos predicándonos a nosotros mismos, amándonos a nosotros mismos.
Cuando transcurro por los párrafos de Ezequiel, percibo a un hombre santo, confrontado con la decepción de un pueblo judío cautivo en Babilonia, lejos de su Jerusalem, de su templo y de aspiraciones, sin embargo, la mano de Jehová era fuerte sobre él.
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